La Biblia dice, en el libro de Santiago capítulo 3, que el hombre que puede gobernar su lengua, tiene el dominio sobre todo su cuerpo. Cuando ponemos las bridas de los caballos en sus bocas, para que puedan obedecernos, así también manejamos todo su cuerpo.
El timón de un barco es algo muy pequeño, pero le permite al timonel guiar la nave a donde quiera que vaya, a pesar de la tormenta. La lengua es solo un pequeño miembro, pero se jacta de grandes cosas. Un fuego muy pequeño puede encender un bosque muy grande. Eclesiastés 11:32 dice: ”De una chispa de fuego se enciende un montón de carbones”. La lengua es un fuego: el mundo de maldad entre nuestros miembros es la lengua, que contamina todo el cuerpo y prende fuego a la rueda de la naturaleza. La Biblia se refiere de este modo a la lengua, porque lo que hablamos conduce y abarca todo tipo de maldades. Es como decir que nuestra manera de hablar, contiene dentro de sí los elementos de toda maldad. La expresión: “la lengua contamina el cuerpo entero”, es una figura para decir que durante toda la vida, desde el nacimiento hasta la vida adulta, la lengua es como una rueda que comienza a rodar en su curso, y continúa rodando hasta la muerte. La vida se compara con una rueda en Eclesiastés 12:6 La lengua ya ha sido llamada fuego, ahora se muestra cómo se enciende ese fuego.
¡Pero hay más! La Biblia usa una ilustración, que implica una prueba del terrible poder de la lengua para hacer el mal: “Todo tipo de animales salvajes” pueden ser domesticados y han sido domesticados por el hombre, excepto la lengua.
El Salmo 140:3 dice: "Han afilado sus lenguas como una serpiente; el veneno de las víboras está debajo de sus labios”.
El texto de Santiago concluye diciendo que con la lengua "bendecimos al Señor y al Padre, y con ella también maldecimos a los hombres hechos a su imagen”. Ahora bien, pensemos en esto: nunca se pueden producir cosas opuestas al mismo tiempo, como por ejemplo, hacer que una fuente saque agua dulce y salada al mismo tiempo. Nada puede producir lo que no corresponde a su naturaleza. ¿Cómo, entonces, puede la lengua producir bendición y maldición? ¿Cómo, entonces, podemos alabar a Dios, y con la misma boca, decir maldiciones, malas palabras, gritería, chismes, y cosas semejantes?
Atención amigo lector: lo que haces, lo que dices, y aun cómo lo dices, tiene un efecto positivo o negativo sobre tu relación con Dios, y también sobre cada uno de los miembros de tu familia. Si eres un fiel seguidor del Señor Jesucristo, pídele que te perdone por el mal uso de tu lengua, y que transforme tu manera de hablar hasta que refleje la presencia de Dios en tu vida. Cuando esto ocurra, notarás la lluvia de bendiciones que regarán el jardín de tu hogar