¡Qué buena cosa es la generosidad! No sólo ayuda a otros, además nos hace sentir de lo mejor. ¿Recuerda la última vez que fue generoso hacia alguien? Tal vez le dio de comer a alguien en necesidad, o aportó dinero a una causa justa o fue generoso en su ofrenda a Dios para la iglesia o algún ministerio cristiano. ¡Qué satisfacción se siente cuando uno da con generosidad! ¿Sabe por qué? Porque fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios y como Dios es generoso, cuando nosotros somos generosos nos identificamos con él; hacemos algo que él hace. Dios ama y premia la generosidad. La Biblia dice: “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Esto se aplica ampliamente a la generosidad. Cuando sembramos generosamente, también recibimos generosamente. Es una ley espiritual. La cosecha puede tomar diversas formas, tal vez no sea sólo en dinero, pero aun mucho más importante, en otras bendiciones más trascendentes que el dinero. La Biblia también dice: “porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” ¡Qué maravilloso tesoro es el ser generosos! ¡Cómo nos asocia al corazón de Dios! Busque este día la oportunidad de ser generoso como lo es Dios.