¿Sabías que Dios nos manda a meditar en la verdad de Su Palabra? Los siguientes pasajes son sólo dos de muchos ejemplos:
Josué 1.8, Filipenses 4.8
Sin embargo, muchos cristianos dudan incluso en considerar la meditación bíblica porque a menudo la confundimos con la visión distorsionada del mundo sobre esta herramienta dada por Dios. El objetivo de las prácticas de meditación no bíblicas, asociadas con cosas como el Movimiento de la Nueva Era, las religiones orientales y la terapia de relajación, es vaciar la mente del pensamiento consciente, desapegarse de todo lo demás. La meditación oriental, incluyendo el yoga y otras prácticas, tienen como propósito “vaciar tu mente”. La meditación cristiana tiene como propósito, “llenar tu mente de Cristo”.
Cuando un cristiano medita en las Escrituras, nuestro objetivo es llenar-y-apegarnos. Llenar nuestra mente con la verdad espiritual para comprenderla mejor, aplicarla y ser transformados por ella. Y aunque la mediación cristiana efectiva requiere que nos separemos del agitado mundo que nos rodea, nuestro objetivo es unirnos más, o “apegarnos” firmemente a Cristo.
Hay una diferencia entre estudiar la Biblia y meditar en lo que ella dice. Al estudiar, uno trata de entender el significado del texto y del contexto, la situación histórica, los primeros receptores de lo que fue escrito, el mensaje y la aplicación que todo eso tiene para nosotros. Pero en la meditación, uno simplemente reflexiona acerca del mensaje del texto bíblico y lo admira como se admira una joya preciosa.
Meditar en Dios y en Su Palabra es semejante a la oración, excepto que no es un diálogo, sino un soliloquio. Claro está que surgen expresiones de alabanza y gratitud a Dios en el corazón del que medita en las Escrituras, y por eso en medio de la meditación surgen oraciones espontáneas, porque para el cristiano, hablar con Dios es una acción natural que ocurre en cualquier momento.
Muchos de nosotros no siempre somos proclives a la meditación, tal vez porque tendemos a estar siempre ocupados; pero aun así, en medio del trabajo, de las ocupaciones diarias, o de la casa y otras actividades, podemos meditar en la Palabra de Dios, en el mensaje o en la clase de estudio bíblico del domingo, como también en situaciones que atravesamos y nos enseñan lecciones valiosas.
Es necesario meditar en Dios, en Su Palabra y en lo que Él está haciendo en nuestras vidas. Este tipo de meditación nos ayuda a poner en claro muchas cosas que en ocasiones no entendemos. ¡Practiquemos el meditar en la Palabra de Dios y ella nos guiará a toda verdad! (Salmo 119.105)