Dios está siempre presente. Dios nos conoce completamente. Conocerlo a Él es amarlo profunda e intensamente. Amarlo así produce que cada vez nos atraiga menos todo lo que el mundo ofrece, que no nos afecten las influencias negativas de aquellos que no aman a Dios, y que seamos bendecidos.
Dios nos conoce completamente. Esto es un hecho que nos deja sin palabras, y además nos alienta a seguir adelante en cualquier circunstancia. Saber que Dios nos creó, nos formó y está presente con nosotros cada día, en todo momento y en todo lugar, en la vida y aun en la muerte, debe reconfortarnos y darnos seguridad.
Somos examinados, conocidos, entendidos, escudriñados, rodeados, tocados por Dios. Aunque Dios no se da a sí mismo por medida, sentimos que tenemos “más de él” cuando nos acercamos a él y nos maravillamos en él.
“¡Estoy maravillado!” No tengo palabras. “Me quedo con la boca abierta”, dice el varón salmista en el Salmo 139. Pero no es algo que me entretiene, sino que hace crecer mi experiencia de amor por Dios a un nivel cada vez mayor. No es solamente una admiración por el poder y el conocimiento ilimitado de Dios, sino una experiencia que me acerca cada vez más a él; que me atrae a buscar su rostro, su presencia y su compañía más que cualquier atracción a otra cosa o persona. Me hace vivir la experiencia de “los ríos de agua viva” como lo describió el Señor Jesucristo en Juan 7:37-39
Las falsas religiones, las sectas, los medios de comunicación, la industria del entretenimiento, algunos políticos, etc., hablan blasfemias en contra del Señor. Las ideas falsas que publican influyen negativamente en la manera de pensar de la gente acerca de Dios. Así que, los que odian a Dios, hacen todo lo posible para alejar al público de la oportunidad de conocer al Dios verdadero. La distracción es el ladrón que roba la devoción, no porque la codicie, sino porque quiere destruirla.
Nosotros aborrecemos las falsedades detrás de las distracciones, porque no honran a Dios, y también porque quienes las producen “son ciegos guías de ciegos” como dice el Señor Jesucristo en Mateo 15:14: “Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo.”
Hermanos, nuestra meta debe ser que sigamos siempre maravillados por el Señor, y que ello haga que el mundo y todas sus distracciones, nos sea cada vez menos atractivo.
¿Cómo responde usted a este mensaje de la Palabra de Dios? Tal vez deba confesarle
a Dios su desinterés en él. ¿Ha permitido que el mundo le distraiga, nublando así su
vista espiritual para que no se maraville en Dios?