La persona que conoce la estructura de su casa, y sabe cómo ha sido construida, no tiene miedo a que su casa se derrumbe. Hay situaciones que pueden asustarle, como por ejemplo, el poderoso viento de un tornado y el movimiento que produce. Pero esos efectos naturales no logran que se ponga ansiosa, porque sabe que su casa resistirá. Las buenas bases, las columnas firmes, y los ligamentos de hierro, afirman la casa en su lugar. El movimiento producido por una tormenta sacude la casa, pero no la puede mover a otro lugar, pues la casa permanece.
El Señor Jesús habla acerca de dos casas edificadas sobre diferentes terrenos. Una es la casa edificada sobre la roca, y la otra es la casa edificada sobre la arena (Mateo 7. 24-27). Nuestra vida ha sido edificada sobre la Roca, y esto se refiere al Señor Jesucristo, y siempre ha de permanecer en él.
Siendo que permanecemos en él, y en su Palabra, también somos bendecidos por su protección, y esto nos brinda el privilegio de vivir mejor; es decir, de vivir esa vida que el Señor Jesucristo comparó a “ríos de agua viva: corriendo por nuestro interior (Juan 7:37-39).
En cambio, aquellos que no permanecen en Cristo y en su palabra, viven frustrados, enojados, ofendidos; tienen malas actitudes hacia los demás; viven peleados, con rencor en sus corazones, con celos, y otros males.
El río en cuya agua no hay movimiento, no es un río de agua fresca. El agua de ese río está estancada, y tarde o temprano, olerá, hederá, y será la cuna de muchos insectos e infecciones.
Las personas que no permanecen en Cristo y en Su Palabra, no han nacido de nuevo. No obstante, ellos creen que son de Cristo, porque saben cantarle, o porque conocen un poco algunos pasajes de la Biblia; o porque han tenido alguna experiencia personal, como el cambio de religión. Pero, ¿han nacido de nuevo? Tal vez no, porque en sus vidas no se ven cambios, ni tampoco la abundancia de amor por la Palabra de Dios. Jesucristo dijo que cuando una persona es de él, permanece en su Palabra, e inevitablemente, ocurren cambios en su vida.
Somos parte del plan de Dios para que el mundo vea la transformación que Cristo ha hecho en nosotros. Hablamos la Palabra de Dios, para que otros varones escuchen el mensaje de las buenas noticias de salvación, y tengan la oportunidad de ser salvos de la ira de Dios.
Lamentablemente, en la actualidad muchas personas ya no permanecen en la Palabra de Dios, sino que crean sus propias enseñanzas e interpretaciones privadas sobre la Biblia. Esto se asemeja a tratar de producir su propia luz, en vez de proyectar la luz del Señor Jesucristo. Otros los siguen, debido a que las enseñanzas de esos hombres suenan atractivas, y son presentadas en lugares atractivos a la vista, pero no son la Palabra de Verdad. La Biblia dice que quienes siguen a los falsos maestros, son aquellos que “tienen comezón de oír” (2 Timoteo 4:3,4). Esos varones retroceden en vez de avanzar, porque no permanecen en la Palabra de Dios.
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición (Hebreos 20:38,39). Nosotros somos hombres y mujeres de fe, quienes permanecemos en Cristo y en su Palabra porque esa es la clave de todo (Juan 8:31,32). “Si permaneciereis…” es el test que pasamos como discípulos de Cristo. Quien no permanece sale desaprobado.
¿Conoce la estructura de su casa espiritual? ¿Permaneces aferrado al Señor Jesucristo, y a su Palabra?
Y para Ud., que aún no conoce a Jesucristo, ¿desea que la casa de su vida, sea edificada sobre la Roca? Puede pedirle a Dios que eso sea su realidad a partir de hoy.