La inversión de tiempo, y la provisión material, son dos factores necesarios en cualquier hogar; pero lo más importante para Dios, es el cuidado espiritual personal y de nuestro hogar. Hoy en día, las falsas enseñanzas se infiltran en casa a través de los medios sociales, como nunca antes. Por esa razón, aquí va una guía sencilla y práctica, para detectar el veneno espiritual de las falsas doctrinas, antes de que llegue y haga daño a nuestra familia:
La religión de la santidad fabricada. El ascetismo y el legalismo enseñan la salvación por méritos y obras. El énfasis de sus enseñanzas está en el mejoramiento de la conducta, pero sin arrepentimiento, y sin la acción del Espíritu Santo. Esta enseñanza lleva a la arrogancia y a la inseguridad de la salvación. Los líderes de estos grupos no son responsables ante nadie y se enseñorean de sus congregaciones. La Palabra de Dios prohíbe esto (1 Pedro 5.1-4).
La religión del evangelio transaccional. El énfasis de sus enseñanzas está en los fenómenos espirituales y no en la sana doctrina. Estos grupos se caracterizan por su ignorancia doctrinal. Invocan constantemente las manifestaciones del Espíritu Santo, pero descuidan la revelación escrita del mismo: la Biblia. Las enseñanzas de estos grupos se basan en la teoría del intercambio o transacción; es decir: su fe y su buena conducta a cambio de las bendiciones de Dios. Muchos de los miembros de estos grupos luego se apartan del Señor, cuando no se cumplen las expectativas que esperaban, o en otras palabras, los resultados de sus “transacciones” con Dios.
La religión de la “palabra de fe”. Esta es la religión de la Nueva Era disfrazada e infiltrada en la iglesia. Los líderes de estos grupos enseñan a declarar, decretar, desatar, y ordenar para obtener. Esto viene de la metafísica, la cual afirma que las palabras tienen poder sobre las fuerzas invisibles. En cuanto al liderazgo, estos grupos creen en el poder jerárquico sobre sus congregaciones, y con sus “promesas de fe”, ganan deshonestamente sus altos salarios. Dios prohíbe este abuso (1 Pedro 5).
La religión de la “prosperidad” Yo llamo también a estos grupos “la religión del “prosperitismo”, porque adoran la prosperidad, en vez de recibirla humildemente cuando Dios la da de acuerdo a Su voluntad. Estos grupos aman el dinero, lo cual es una de las muchas formas de idolatría. El dios de estos grupos es Mamón (Mateo 6.24). Esta religión enseña a sus miembros que como hijos de Dios tienen derecho a vivir como la realeza, y que los bienes de este mundo les pertenecen, y pueden tenerlos si tan sólo tienen fe y los reclaman para sí. El enfoque de este grupo es humanista y materialista, y refuerza el problema humano de lo que se conoce como “ansiedad anticipatoria” (miedo a sufrir). Los líderes de estos grupos no dan cuentas ante nadie; se enseñorean de sus congregaciones, creen en el poder jerárquico, y con sus “promesas de fe”, ganan deshonestamente su sostén. Dios prohíbe esto (1 Pedro 5.1-4).
La religión heredada Estos grupos promueven la ignorancia de las Escrituras, y enseñan que el creyente no puede entender la Palabra de Dios por sí mismo. Promueven el temor al hombre (a sus líderes), diciendo que son ungidos de una manera especial y son infalibles, por lo tanto, deben ser obedecidos. También promueven el temor al hombre creando el miedo a ser excomulgados, y ser despreciados por sus familiares, si dejan su religión heredada. Promueven el miedo al juicio final si su mediador, o mediadora, no interviene, o si no cumplen con los sacramentos como medios de salvación. Estos grupos no requieren la conversión a Cristo, sino sólo la aceptación de Su existencia y enseñanzas. En cuanto al liderazgo, estos grupos creen en el poder jerárquico sobre ellos y sobre sus congregaciones. Dios prohíbe esto (1 Pedro 5).
Las falsas religiones son una trampa del diablo para alejarle a usted de Dios y del cielo, y para que enfoque todos sus afectos y esfuerzos aquí, en la tierra. El diablo hurta, mata, y destruye por medio de falsas enseñanzas. Por eso el Señor Jesucristo vino para que tengamos vida, y vida abundante, por medio de la adopción y la relación personal con Él. (Juan 10.10).
Amigo, Usted tiene la responsabilidad, delante de Dios, de velar por su vida espiritual y la de su familia. Que esta breve guía, le ayude a detener a tiempo las malas influencias que quieren perjudicar su vida y su hogar, y le mueva a buscar la verdad en las Sagradas Escrituras, y permanecer en ella.