Un famoso refrán dice: “El que no sabe a dónde va, nunca llega a ninguna parte”. Esta es una verdad que se aplica a todos los órdenes de la vida. Cuando nos trazamos metas y las cumplimos, el beneficio que obtenemos es una vida mejor, además de la gran satisfacción que viene de haber logrado algo. ¿Pero cuál es la mejor manera de trazarse metas para la vida? En primer lugar, no se complique. Piense en esas metas que usted desea alcanzar y escríbalas en un papel. Luego obsérvelas y con toda sinceridad evalúe si sus metas son realistas o van demasiado lejos. En tercer lugar, comparta sus metas con una persona de confianza, que le conozca bien y le ame tanto como para decirle la verdad. El propósito de todo esto es evitarse a usted mismo la frustración personal. ¡Imagínese! ¡Tantos problemas que usted se puede evitar con simplemente invertir unos minutos de su tiempo para trazarse metas, y hacerse un plan! Y por sobre todas las cosas, pídale a Dios que le guíe en el proceso. La Biblia dice en Efesios 2.10, que Dios preparó un plan de antemano para usted, ¿No es verdad que le gustaría descubrirlo?